Textualidades/ Fernando Roque.
Fernando Roque
Ensayó su gesto fiero frente al espejo, con las armas escondidas en el interior de su traje. Había sido contratado para asesinar al candidato que iba en el puntero de la preferencia electoral, quién esa tarde daría un discurso en la plaza central. Sabía que no habría revisión para entrar a la plaza, avanzar entre el gentío, llegar frente al candidato y asesinarlo enfrente de todos, después se suicidaría, pero dejaría una pequeña fortuna a sus familiares, producto del pago por su hazaña. Llegó a la orilla de la plaza con gente que en ese momento vitoreaba al candidato, el cual daba inicio a su discurso, la multitud compacta se fue abriendo mientras él avanzaba, la marabunta de personas lo rodeaba, sintió sus cuerpos, sus manos rozándolo, tocándolo. . .quitándole el saco... la camisa . . .las armas escondidas . . .el pantalón . . .rasgándole los calzones . . .perdió los zapatos, y así llegó desnudo frente al candidato después que la multitud lo lanzó como vómito al frente, expulsándolo tal y como llegó al mundo ¡sin cáscara, pues. El candidato suspendió su discurso, lo miró y no pudo aguantar la risa, una risa escandalosa, sardónica, cual escupitajo a ese ser humano indefenso, arrojado frente a él como a un deshecho cubriéndose las partes pudendas, apenado, azorado, asustado. La risa del candidato impulsada por el micrófono y expulsada por las bocinas hizo eco en la multitud, la cual no paraba de reír al ver a ese insignificante encuerado, sin ningún poder, hacer el ridículo, y éste sintió como latigazos en su frágil epidermis, los dardos de la malicia, las puñaladas de las miradas que lo perforaban, pero lo peor era la burla golpeándolo por todos lados, quería desaparecer para parar esa afrenta, entonces se echó a correr, llorando, indefenso por esa humillación, no sabía si de ira, odio o vergüenza. Quería esconder su fragilidad en algún lado, pero ¿dónde? Ese día abandonó para siempre su oficio de sicario, y se marchó de la ciudad, para nunca volver.
Comments