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Foto del escritorEmisor Queretaro

Motel Garage…



Augusto Sebastián.







DE AYER Y HOY/ V



16 de agosto de 2021.

Sintió cómo bajaba hasta el estómago, donde hacía unos minutos se estaban procesando unas gorditas que había comprado con la señora de la esquina donde nadie lo vio, y si alguien lo vio, no les pareció extraño que saliera de la oficina para ir a comer unas gorditas de migajas con chicharrón prensado en salsa verde, u otras de nopalitos y cilantro desbordantes de escarolas de lechuga, porque es lo que ha hecho por mucho tiempo junto a la iglesia de San Judas Tadeo, santito de las causas desesperadas porque no tiene de malo creer o no creer en Dios, lo ridícula es creer superioridad por estar en cualquiera de las dos orillas, a donde llegó muerto de cansancio, quien al dar el primer dientazo a la primera gordita sintió que alcanzaba las alturas celestiales porque de verdad, la puritita verdad, traía una hambre del demonio y le valió reverenda madre que el viejito, quien desconfía de todo el mundo, hasta de su viejita, que estaba sentado en un sofá y cuyas manos descansaban en la empuñadura de un bastón se le quedara viendo. Un matrimonio de viejitos para quienes las calamidades son siempre peores pero que ante la incertidumbre y la amenaza se cierran en sí mismos como el armadillo y luego se erizan como el puerco espín.

A partir de ese momento solo era cosa de esperar otro milagro.

La quincena.

Lo bueno es que él había llegado antes de cualquier otro parroquiano, cuando aún quedaban muchos guisos en esos sartenes ennegrecidos por el uso para escoger donde una anciana de cabellos blanquísimos, atados con un lazo verde, orgullosa de sus habilidades para cocinar le mostró y ofreció las gorditas y este funcionario mientras se comía la cuarta gordita le preguntaba el secreto para hacer las salsas y los guisados.

Pero el Presidente se dio cuenta y sin pelos en la lengua solicitando una moción de orden a los asistentes, le dijo al director que no se hiciera como ustedes ya lo saben, y si no lo saben, deseen por enterados por este medio y zas le dio otra al que tenía a su lado y ese se la dio al otro y este otro al otro hasta llegar a manos del director porque así había sido la instrucción presidencial con la mano de que le hicieran llegar otra copa de vino tinto al funcionario municipal que había llegado sudando la gota gorda con seis cajas de guiscacho a la oficina donde departían el primer círculo de la administración y alegres compadres empresarios, sin dejar de mencionar a la secretaria dientes de defensa delantera y ojos pispiretos a quien ya le brillaban porque sumisa obedecía una copa tras copa porque al fin y al cabo una no es ninguna decía a quien el director de inspección no jallo en su lugar secretarial porque estaba acompañando al jefe, vestía blusa roja, falda gris con cuadros blancos, con la bastilla arriba de la rodilla enseñando unos muslos moreteados al secretario general ( chingaquedito con los subalternos sindicalizados), del sindicato municipal quien ojos ávidos, con sonrisita de maniático sexual, cara de sátiro que no puede con ella y su cabeza revoloteándome porque si se duerme le pasa lo que al camarón que se durmió, mientras veía semejantes moretones que le mostraba esa secretaría que ya también traía sus cubas encima donde compartían el presidente municipal, cabildo, amigos empresarios y concurrentes en ceremonia fastuosa en el salón principal municipal mientras el presidente decía y decía tantitas cosas mientras se limpiaba muy acá según los cánones pueblerinos, el sudor de la frente con un pañuelo blanco, mientras así nomás por no dejar, por el rabillo del ojo izquierdo veía como el Secretario general veía esos moretonzotes que le mostraba su secretaría particular, que se había retirado de la bolsita superior del traje de aquella tienda que ustedes ya conocen, tantas cosas como si anduviera en campaña, ora con la mano izquierda, ora con la mano derecha, después ambas y así y así y así y así prometía y prometía a un millón de revoluciones por décimas de segundo a los allí asistentes que había ganado concursos de oratoria en la primaria de ese pinchurriento municipio pero que se la había creído tanto y tanto que para luego es tarde se lanzó a la política sabedor de sus dotes orales y quien invitaba e invitaba a los allí presente a chupar con todas las de la ley porque el mundo se iba a acabar mientras dos que tres ya bailaban en cámara lenta como si trajeran a su dama, viejecita querida o noviecita, dejando atrás esas ideas que de morros les decían de que si se portaban mal vendría la bruja por la noche, volando montada en su escoba. Les decían sus padres que la malvada bruja entraría fortuita por una rendija de la ventana y les llevaría como castigo de su mal comportamiento.

A esas alturas aquello era un verdadero desmadre, eso sí democrático, que no quede la menor duda. Su cotorreo iba de El Chapo al Chapo. Del CJNJ al CJNJ. De Escobar a Escobar. De los de la última letra a los de la última letra. Aquí no había Villa ni Zapata ni otros pinches revolucionarios que no valen nada en la historia actual o desde antes. No parecen necesarios en este desmadre histórico revolucionario que allí se verificaba. Son una generación que nació después de los Tigres del Norte.

Para aclarar, y para acallar malos comentarios, ciertamente en la casa del presidente municipal hay una foto de ese político portando un AK 47 pero la explicación es sencilla: trabajando como una mula, cuando fue a visitar a la zona militar, le estaban enseñando las armas y, curioso, pregunto tanto por los famosos cuernos de chivo. Se la mostraron y fue retratado por su coordinador de comunicación social con ella. Lo demás ya es parte de esa cadena de mentiras tejidas alrededor de un hecho cierto, una foto de un ser incapaz de matar una mosca, de hacer algo tan deleznable.

Todo lo que inventan sin piedad los chismosos es producto de lo que logra la voz populi, que no es otra cosa que una cadena de envidia que provoca que lo que uno dice, el otro lo copie y lo agrega una pisquita y el tercero diga que alguien lo vio, y después sin ninguna comprobación justa y real, ¡ya todo el mundo de ese pueblito lo da como un hecho veraz!

A esas alturas de la fenomenal peda ya había varios pedos. Entre ellos el mero mero quien no dejaba de hablar y hablar en voz alta, echando para allá y para acá, que haría estoy lo otro, que era amigo del gobernador y secretario de gobierno estatal y del presidente y de los ex presidentes panistas, que estaba pesado pues. Tan pedos andaban que se sacaban un montón de selfies. Inolvidables fotos para el face.

Sacarlos de ahí fue verdaderamente una tarea de titanes. Del presidente municipal ni se diga, ese ya andaba pedo desde un día anterior. Entre los pedos ya estaba también el abogado municipal. Quien ya había formulado, vía su secretaria, para no esperar a curarse la cura, como abogado de oficio, un documento a todos los enfiestados, incluyéndose él, para defenderse de algún señalamiento de esos que no faltan y que gustan de aguar la fiesta de la democracia.

El director de licencias ya estaba pedo. No era el único. Tal vez fue la personalidad de Aniceto o la fraternidad que suele darse en esa sórdida sala, pero Aniceto ya en plena confesión y con un sentimiento de satisfacción le recordaba al gordo escolta a quien le ardían los ojos porque la sala parecía disiparse detrás de una densa nube de humo de cigarros marlboro rojos, light u otros, que conoció a muchas mujeres, en las que se hundió en la desesperanza. Que muchas le daban el consuelo de su conversación amena; unas pocas, la inocencia que lo desarmaba y le hacía verse como un canalla; otras, ensordecedores silencios o viajes interminables hacia lo banal e intrascendente; y algunas, encierro total, pero al fin conoció a la ex mesera a quien el escolta también llego a conocer y quien cuando escucho santo y seña de la mujer del funcionario municipal se puso a estornudar de mentiritas y hasta disimulo una ronquera, porque la verdad era que este había conocido a esa ex mesera y hasta en varias ocasiones le había llegado a prometer trabajo en la presidencia municipal, cuando esta le había metido la mano por adentro del pantalón y así mismo se lo llevaba hasta uno de los privados de esa cantina de carretera y cerró la puerta con seguro, escuchándose el clic y otra promesa más, luego entonces la ex mesera le daba unos descuentos especiales y otras cosas más en santa paz mientras en la televisión se proyectaban películas porno mientras a ella la ponían de a perrito o ella se ponía de a perrito , y no recuerdo que más; claro con un continuo coqueteo de gemidos, sonrisillas, miradas y demás porque el sexo es como los tacos, de a perrito es mejor les decía a sus clientes y a cambio le pagaban la tarifa más una buena propina por ser “tan linda” ( así la mayoría de las veces le llamaban), porque sus trucos persuasivos rendían frutos. No si pendeja no era.

Ya en tremenda peda dos que tres brotaban gorda y aguda risa, algo así como si expulsaran a Juan Gabriel, cuya muerte tomo a todos por sorpresa, de sus gargantas porque acá entre nos en esa administración municipal hay dos que tres a los que se les hace agua la canoa que amaban y lo siguen amando al cantautor llamado Divo de Juárez con apasionado frenesí y no es necesario preguntárselos porque son sus gustos y lo que se ve no se juzga dijo el cantautor michoacano creador de esa súper canción llamada El Noa Noa ese lugar de ambiente donde todo es diferente donde siempre alegremente bailarás toda la noche pero dado que la vida es basta y compleja también gustan de echar sus chupirules esos dos que tres jóvenes amanerados a quienes se les atribuyen indecibles escándalos, y a cuya fama coadyuvan poderosamente chistes y mofas porque de JuanGa no me consta. Ese JuanGa furiosamente provinciano y su claridad.

Un instante más tarde estaba el Secretario general del sindicato casi encima de la secretaria particular intentando desvestirla, le dice que no tiene idea de lo caliente que está, pero ella se lo quitó cuando vio que el mero chingón de la presidencia no dejaba de verla.

Y para luego es tarde se lo quito porque ella no es, como afirman quienes con ligereza la señalan, de la calle porque ella sí bien que atiende los más relevantes asuntos de trabajo que le confiere el Presidente municipal con la correspondiente prestación de servicios a cambio.

Y el líder se quedó como el chinito nomas milando y lanzo un comentario que nadie festejó, esa pinché vieja borracha, ni que estuviera tan ¡buenota!

La secretaria caminó a la puerta argumentando que es claustrofóbica y que si no consigue salir le va a empezar a faltar el aire, y aprovecho y se abrazó del presidente municipal quien se dejó llevar empujando contra viento y marea a una mujer vestida con ropa ligera quien hablaba hasta por los codos, sin pedir disculpas, que por supuesto que lo volvería a hacer.

Él le ofreció una botella de guiscacho a su princesa secretaria y se le acercó tanto tanto para ir justo al centro de gravedad de sus labios quien lo recibió con una sonrisa, presintiendo lo que seguiría, porque ella tiene cara de princesa, pero toma como albañil recién pagado. Ese punto exacto que mantiene la vida en pie. Por necesidad, por comodidad, también quizá por algo de amor. Y le correspondió. Se correspondieron para que no digan que yo fui el que tomó la iniciativa nel la que tomó la iniciativa fui yo. Se besaron. A la vista de los allí presentes que ya sabían que estos dos traían sus quereres. Se besaron. Y ella llevo las manos del presidente municipal a sus nalgas. Aquí si fue ella quien tomó la iniciativa. Quiere engordar su porvenir económico. Porque el Presidente Municipal era medio pendejo para algunas cosas. Para otras era bien pero bien pinché transa como los meros machines de su partido y del otro partido y como los de los partidos chiquitos que son pero si bien cabrones para agarrar aunque sea poquito lo que es de la sociedad jodida. Pero volviendo a la actitud de esa secretaria se justificó diciendo que el placer del beso está en la apretada de nalgas. El presidente vio a los ojos a su secretaria solo para darse cuenta de que no era una propuesta, sino una orden estricta y de cumplimiento obligatorio. Y el mero ante esa orden estricta y de cumplimiento obligatorio apretó y apretó esas nalgas con mucha enjundia, ejemplo vivo de fraternidad y calidad humana y, además, rubricadas. Lo que condujo a una estentórea aclamación de los presentes que gritaron: ¡Presidente! ¡Presidente! ¡Presidente! ¡Presidente!

Estaban felices. Estaban pasándosela de poca madre en esa fiesta. Que para eso son las fiestas. Para pasársela de poca madre. Al fin y al cabo el fin último de un buen gobierno es conseguir la felicidad de la gente. Y en esa administración municipal quedaba de manifiesto. Y no faltará de ese pinchurriento municipio que se queje y que multiplique hasta por cien lo sucedido en ese salón de Cabildo porque ha hecho de la queja un modo de vida y una salida terapéutica. Quejosos que solo atinan a patalear y no hacen contrapeso. La queja no resuelve, pero ah cómo relaja. No solo eso, la queja permite socializar y competir ahora que todos queremos ser competitivos.

Ella aceptó gustosa con una mirada cachonda. Tal como era absolutamente previsible. Lo que seguía prometía ser perfecto. A los presentes y a usted, hermosa lectora, amable lector, nos permite visualizar nuevos horizontes para esa pareja. Queda muy poco de pudor en esa sala de Cabildo. Se olvidó incluso la defensa de la superioridad moral que hoy es letra muerta.

Caminaron sin siquiera mirar a su alrededor, con naturalidad, como siempre o casi siempre, que es casi lo mismo, porque él y ella comenzaban a sentir un ávido apetito sexual. El amor el amor el amor el amor. Todo estaba a punto de turrón.

Las seis cajas de guiski, valieron para una pura y dos con sal, ni pedo. Lo único válido es lo que ya ocurrió y, si me permiten mezclar mis metáforas, palo dado ni Dios lo quita.

Nada de eso pudo suceder sin dejar huellas legales en documentos oficiales porque algún cabezón se le cayó guiscacho en documentos importantes. Y quien sabe que más, porque por ahí paso de todo. No había a quien recordarle su diez de mayo porque ninguno al día siguiente se acordaba de lo que había cometido en esa tremenda reunión oficial sin descanso.

Ninguno ni siquiera llego a recordar de manera inexacta las chingaderas que hizo. Aquello fue un verdadero desmadrin. ¡Neta!

Le abrió la puerta de la camionetota. Tomaron camino por la calle El Komander para salir del municipio. Con la misma velocidad con la que se hace algo ilegal dejando tras de sí estela de polvo pasando encima de un pinche árbol. Ese peda ocupará páginas de la historia de esa administración pública municipal de ese municipio del cual se ha dicho hasta el cansancio o lo que es lo mismo con una elegancia literaria propia de ese pueblo pinchurriento, que tiene el Gobierno que se merece, hasta la madre que es un municipio kafkiano y esa peda avala tal afirmación postergando la lucha contra la inseguridad, la corrupción, la pobreza y la desigualdad.

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